lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre el éxito financiero

Visualizá, por un segundo, todo lo querés obtener a lo largo de tu vida. Tus sueños, tus ambiciones, tus pasiones. ¿Listo? Bien. Si te digo que sin dinero no podés obtener absolutamente nada de eso, ¿me creés?.
Si pensaste en una casa grande, autos, ropa, etcétera, no hace falta explicar mi afirmación anterior. Ahora bien, si visualizaste una familia numerosa, llena de amor y alegría, la aclaración se vuelve necesaria. La cuestión es que si no disponés de dinero no podés satisfacer ni las más básicas necesidades de tus seres queridos. Ni hablar de dar regalos, practicar un hobby, o vacacionar. El dinero, efectivamente, es el motor del mundo. Carecer de él equivale a vivir en un lugar donde los sueños permanecerán por siempre sueños.
Con esa breve introducción espero haber convencido a aquellos que dicen no interesarse por el dinero, y por consiguiente, por su educación financiera. Prosigamos.
¿De dónde puede uno obtener ingresos? Robert Kiyosaki, en su famoso libro “The Cash Flow Quadrant”, distingue dos sectores amplios: empleados y autoempleados (sector A) y dueños e inversores (sector B). La diferencia central entre los primeros y los segundos es muy simple, pero extraordinaria en su profundidad: los A trabajan por dinero, mientras que los B hacen que el dinero trabaje para sí.
Al ver la pirámide del ingreso notamos que los B ocupan el 3% superior, mientras que los A se apelmazan en la base. Lo propio es consecuencia de la cantidad de renta que cada uno produce, y el uso que se le da al capital que se posee. Viéndolo así, ¿en qué parte de la pirámide te gustaría estar? ¿En el 3% superior o en el 97% inferior?
Si respondiste B, acompañame en la subdivisión del sector. Si bien tanto dueños como inversores se caracterizan por utilizar el dinero para obtener más dinero, su metodología es diferente. Los dueños crean emprendimientos, poniendo en marcha un sistema, y disfrutando de las utilidades generadas incluso mucho después de que ellos se desentiendan de su administración. Los inversores, por su parte, colocan capital en diversos vehículos de inversión, y obtienen una renta por ello. Las empresas creadas por los primeros y las aplicaciones de capital de los segundos son denominados activos, y pasan a formar parte del patrimonio del sujeto que los posee.
Como vemos, dueños e inversores por igual gozan de ingresos pasivos que fluyen directo hacia su bolsillo. Éste es el concepto central del éxito financiero. Tan solo dos palabras: ingresos pasivos. Entonces, ¿cuál es la clave? ¡Maximizar los ingresos pasivos! ¿Cómo? Adquiriendo activos que los generen.
Claro está, que el concepto sea sencillo no implica que su aplicación sea fácil. Como suele decirse, si lo fuese, lo haría todo el mundo, ¿no?. Justamente, para alcanzar el éxito financiero se requiere un enorme esfuerzo y sacrificio, además de una predisposición al aprendizaje poco común.

Hoy en día me encuentro transitando mi camino hacia la libertad financiera vía inversiones en el mercado de capitales. El objetivo de este artículo es motivar a quienes estén interesados, y simplemente compartir y reforzar ideas con quienes ya las escucharon alguna vez. En la medida de las posibilidades, publicaré textos periodicamente, abordando tópicos tales como ahorro e inversión, fijación de objetivos, manejo del tiempo, la importancia del pensar a largo plazo, entre otros.

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